sábado, 21 de febrero de 2015

martes, 17 de febrero de 2015

Plan de Área de Filosofía. Grados Décimos. Período 1

INSTITUCIÓN EDUCATIVA REINO DE BÉLGICA
MEDELLÍN
2015


Expedición Currículo
Plan de Área de Filosofía
Periodo 1

Grados: Décimos 1, 2 y 3

 Docentes:

Faryd Muñoz Gómez
Licenciado en Filosofía

Carlos David Sánchez Vargas
Licenciado en Filosofía


Objetivo:
 Reconocer la importancia de la filosofía como una experiencia de vida que implica la posibilidad de establecer un proceso de reflexión sobre todos los aspectos que nos rodean y que permiten su comprensión, interpretación y transformación.

Competencias: Crítica, dialógica y creativa.


 Pregunta problematizadora:

 ¿Es posible identificar varios modos diferentes de estar en la verdad sobre el mismo asunto?

 ¿Es posible conocer el mundo sin participar en procesos de comunicación?

 ¿Es la ciencia algo más que un acuerdo entre especialistas?

 ¿A través del conocimiento podemos acceder al mundo tal como es o sólo tal como se da en el mundo de la vida?
  


Núcleo del conocimiento

 Examino las razones de los demás y mis propias razones desde un punto de vista filosófico.

 Reconozco mis saberes previos y los desarrollo a partir de las discusiones filosóficas.

 Participo activamente en las discusiones fi losófi cas que tienen lugar en el aula.

 Formulo preguntas que promueven la discusión fi losófi ca y generan nuevas preguntas fi losóficas.



Indicadores de desempeño

Saber conocer :

·          Identifica las características básicas de los diferentes tipos de saberes, especialmente el saber filosófico y el científico.
·         Reconoce los métodos filosóficos y los contrasta con el método científico.


Saber hacer:

·         Diferencia entre el saber filosófico y el saber científico estableciendo comparaciones argumentadas.
·         Formula preguntas filosóficas que lo llevan a reconstruir el origen de la filosofía.


 Saber ser:

·          Valora la utilidad y necesidad de la filosofía, y la aplica en su cotidianidad.
·          Aplica en diferentes contextos sus saberes previos y los consolida a través de la discusión filosófica.

EL SABER FILOSÓFICO

1. FILOSOFAR ES PENSAR.  Muchas veces empleamos la palabra filosofía para referirnos a la forma de pensar de alguien, a la teoría que tiene sobre alguna cosa en concreto, pero para que sea filosofía y no una mera opinión, tal postura o forma de pensar debe estar argumentada, razonada, fundamentada.  El nacimiento de la filosofía suele explicarse diciendo que supuso el paso del mito (relato fantástico) al logos (razón, pensamiento), supuso que algunos seres humanos dejasen de conformarse con las explicaciones míticas o religiosas que les habían enseñado sus mayores y empezasen a buscar una solución racional a los problemas que les planteaba la realidad. Precisamente, estas son las características del saber filosófico, que es racional, utiliza la razón para buscar las respuestas, que es crítico, no se conforma con la primera respuesta y que es sistemático, es decir, que busca la coherencia entre las ideas.  Pensar por uno mismo, buscar por ti mismo las respuestas a tus preguntas es hacer filosofía. ¿por qué existe la muerte? ¿qué significa para mi?, puedes responder con lo que otros te han contado o empezar a buscar por ti mismo la respuesta, la segunda opción es precisamente lo que se llama una:



2. ACTITUD FILOSÓFICA:  La actitud filosófica es aquella que tienen los que se preguntan el porqué de todo, dudan de todo, lo ponen todo en cuestión, te preguntan ¿de verdad está tan claro que dos y dos son cuatro?,¿cómo puedes estar seguro de que la tierra es redonda?, ¿existe la libertad?. Sócrates fue un filósofo que hace muchos siglos iba por la calle preguntándole estas cosas a la gente, ¿crees que estaba loco?, ¿crees que los filósofos están locos? seguro que te han hablado de ello, pero... ¿qué es lo que crees tú al respecto? y... sobre todo, ¿por qué? si contestas a esta pregunta de manera que todo el mundo pueda entender tus razones estarás quieras o no haciendo filosofía, sin escapatoria.


3. ¿SIRVE PARA ALGO LA FILOSOFÍA?

Te preguntarás por qué es obligatoria en todas las modalidades de bachillerato, y seguramente, mucha gente alrededor tuyo, desde profesores hasta familiares o amigos/as que la hayan estudiado te dirán que consideran que no sirve para nada, pero ahora piensa por tí mismo ¿sirve para algo pensar?, decide tú si sirve o no, si te sirve a ti o crees que puede servir a la humanidad para algo.
¿Crees que el mundo puede cambiar gracias a las ideas?, ¿crees que si pensamos las cosas antes de hacerlas es posible que todo vaya mejor?, ¿crees que pensar por ti mismo te convierte en alguien mejor o más preparado? ¿que te convierte en más tu mismo?, es posible que no, que te parezca que mantener una actitud filosófica ante el mundo sea una tontería y una forma de perder el tiempo, una vez más, arguméntalo, y una vez más estarás atrapado/a en las garras de la filosofía inevitablemente.

Enseñó podría obrar mal, así el sabio sería inevitablemente bueno. Combatió fuertemente

¿Qué es la filosofía? ¿para qué sirve? ¿Cómo se argumenta? ¿Cómo se debate? ¿En qué se diferencia de otros saberes?
¿ Qué son los valores universales? ¿Qúe es la felicidad? ¿Qué es la justicia? Qué es el mal? ¿Cuál es su origen? ¿existe la verdad?

¿Cómo conocemos los seres humanos? ¿Podremos llegar a conocerlo todo? ¿ Qué es la ciencia? ¿Tenemos alma? ¿Somos pura genética? ¿somos racionales? ¿Qué es la belleza?


5. ¿Cuál es la diferencia entre el conocimiento científico y el filosófico? 


El conocimiento científico aprende de sus errores, nada de lo que hace la ciencia lo obtiene conscientemente, siempre lo obtiene de sus errores o "casualidad", el filósofo obtiene su saber solo y exclusivamente a consciencia, es decir, obtiene sus respuestas a cada pregunta que se hace en particular, no obtiene por error o casualidad sus respuestas.
Veras tú, el conocimiento científico tiene hipótesis y conclusiones exactas y reales...mientras que el filosófico no los tiene, sino que es un conocimiento más abierto a otras posibilidades que la ciencia no puede comprobar.... 

el científico se empeña de solo una sola materia y de allí saca todo lo que sabe. y el filósofo es el que se busca de varias materias y solo se saca un poco de cada una.

La Filosofía es una ciencia, de hecho, de ella descienden todas las demás. La filosofía busca conocer primero que nada y llegar a la verdad y se sirve de hipótesis al igual que las "otras ciencias".
La diferencia entre la filosofía y las demás ciencias es que éstas tienen una aplicación visible, palpable y la Filosofía no.

La ciencia tiene un método exacto, el método científico, que consiste en que se basa en comprobaciones empíricas, en extremo rigurosas y exactas, de ser posible matemáticas, y siempre es solo una aproximación a la verdad, la filosofía en cambio implica toda la persona del filósofo, el filósofo fabrica su propio método y va más allá de la ciencia, la experiencia y las limitaciones de la ciencia.

  

INSTITUCION  EDUCATIVA REINO DE BELGICA
RESOLUCION  Nº  10032   DE  OCTUBRE  11   de 2013
NIT 900709106-1

Transformamos sociedad, educando en integridad
PLANEACION 2015
DOCENTES:
Faryd Muñoz Gómez y  Carlos David Sánchez Vargas
ASIGNATURA:  Filosofía
GRUPO(S): Décimos 1,2 y 3  PERIODO: 1
“La Buena Conciencia es la mejor almohada para dormir”  
                                                                                                      Sócrates
COMPETENCIA(S):


Crítica, dialógica y creativa.




INDICADORES DE DESEMPEÑO: (ser, hacer, saber)

Saber conocer :

·          Identifica las características básicas de los diferentes tipos de saberes, especialmente el saber filosófico y el científico.
·         Reconoce los métodos filosóficos y los contrasta con el método científico.

Saber hacer:

·         Diferencia entre el saber filosófico y el saber científico estableciendo comparaciones argumentadas.
·         Formula preguntas filosóficas que lo llevan a reconstruir el origen de la filosofía.

Saber ser:

·          Valora la utilidad y necesidad de la filosofía, y la aplica en su cotidianidad.
·          Aplica en diferentes contextos sus saberes previos y los consolida a través de la discusión filosófica.


TIEMPO
TEMAS (Contenidos)
ACTIVIDADES

Enero a Marzo de 2015









EL SABER FILOSÓFICO:

1.      Filosofar es Pensar.

2.       Actitud Filosófica.

3.      ¿Sirve para algo la filosofía?

4.      Problemas Filosóficos:
¿Qué es la filosofía? ¿para qué sirve? ¿Cómo se argumenta? ¿Cómo se debate? ……

5.      ¿Cuál es la diferencia entre el conocimiento científico y el filosófico?


Blog: Aula Abierta de Filosofía: Fernando González Ochoa.




Estrategias Pedagógicas:

1.       Lectura en voz alta.
2.       Lectura anotada
3.       Lectura comentada
4.       Lectura Silenciosa.


EVALUACION: Al final del  Período 1.  Tipo Icfes. Evaluación Dialógica y Escrita.
ACTIVIDADES DE APOYO:

1.        Blog: Aula Abierta de Filosofía: Fernando González Ochoa.
 Autor: Faryd Muñoz Gómez.

2.       Documento 14: Orientaciones Pedagógicas para la Filosofía en la Educación Media.
        FARYD MUÑOZ GÓMEZ.  SEDUCA (Secretaria de Educación para la Cultura de Antioquia).
       Participante en el proceso de validación. Medellín página  128
     © Ministerio de Educación Nacional. Bogotá, Colombia, 2010 www.mineducacion.gov.co 2010 Primera edición

3.       Revista Semana

4.        www.otraparte.org: Casa Museo Otraparte: “Fernando González Ochoa.  Envigado.

5.       Instituto de Filosofía: “Un Instituto Joven para Viejos Problemas” Bloque 12 Universidad de Antioquia: Medellín.


6.       Expedición Currículo Documento No. 13. El plan de área de Filosofía 2014.
  Secretaría de Educación Medellín.
 Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín.

7.       Olimpiadas de Filosofía: Colegio San Ignacio Sede Medellín.
 www.colegiosanignacio.org
Las Olimpiadas de Filosofía son un evento académico que involucra estudiantes de 10º y 11º de Instituciones educativas públicas y privadas.

Desde que las Olimpiadas comenzaron a realizarse en Medellín, el Colegio San Ignacio ha sido su sede y el principal organizador;  pero ha contado con el valioso apoyo del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia y de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la UPB.
FLEXIBILIZACION:  ” Para la Filosofía son más importantes las preguntas que las respuestas”     Karl Jaspers


OLIMPIADAS DE FILOSOFIA
Colegio San Ignacio de Loyola
2014
Medellín

Un homenaje a Fernando González Ochoa

La IX versión de las Olimpiadas de Filosofía de Medellín tuvo  lugar del 15 al 17 de octubre de 2014. En esta ocasión el tema propuesto es la relación entre educación y autenticidad, asunto que puede convocar reflexiones de filosofía de la educación, pedagogía, antropología, filosofía de la cultura y sociología, entre otros ámbitos del pensamiento. Este año, en el que se celebra el quincuagésimo aniversario de la muerte del pensador antioqueño Fernando González, el comité organizador ha querido rendirle un homenaje y por eso ha propuesto una temática que se encontraba entre las preocupaciones intelectuales de este autor, por lo que sus obras pueden ser tomadas como referencia en los trabajos que se presenten en las Olimpiadas, sin que sea obligatorio basarse en este autor, en tanto que hay muchos otros referentes válidos para pensar los conceptos en cuestión.
Las Olimpiadas de Filosofía son un evento académico competitivo que pretende poner en juego habilidades de pensamiento superior, como la lectura crítica, la escritura argumentativa, el habla razonada y la escucha reflexiva. Son organizadas por el Colegio San Ignacio de Loyola, con el apoyo del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, la Universidad Pontificia Bolivariana y la Corporación Otraparte.

Se desarrollan en tres fases. En la primera los estudiantes presentan una ponencia individual elaborada con antelación. Para la segunda fase, a los estudiantes clasificados se les asigna una pregunta de profundización para que elaboren una nueva ponencia. En la última fase, los finalistas presentan una disertación oral sobre el tema de las Olimpiadas.

La pregunta que se pide responder en la ponencia de la primera fase es: "¿Cómo puede la educación contribuir a la formación de seres humanos auténticos?".


En las Olimpiadas de Filosofía pueden participar estudiantes de 10° y 11°, acompañados por un docente. La inscripción debe hacerla el docente encargado del área de filosofía. Para ello es necesario diligenciar el formulario de inscripción, a partir del cual se le generará la factura a la institución.

Te aconsejamos leer la carta de invitación, el reglamento y la guía para la elaboración de la ponencia que se encuentran en nuestro sitio web. Si deseas más información puedes escribir a olimpiadasdefilosofia@colsanignacio.edu.co.

Medellín, Febrero 17 de 2015
Rector:
Fredy Nuñez
Institución Educativa Reino de Bélgica
Medellín – Colombia.
Paz y Bendición Apostólica en el Señor.
Asunto: Olimpiadas de Filosofía: Promoción a la Comunidad
En esta X versión de las Olimpiadas de Filosofía 2015 nos sería de mucho agrado poder participar con nuestros estudiantes de la Institución Educativa Reino de Bélgica.  Sede Medellín.
F. Muñoz G.
Faryd Muñoz Gómez
Licenciado en Filosofía
“Pensamiento Joven para Viejos Problemas”
Filosofiaenelaula@yahoo.es
Docente Grado Décimo Uno.
I.E REINO DE BÉLGICA

Estanislao Zuleta

Febrero 17 de 2015
Revista Semana
Homenaje a Estanislao Zuleta, el filósofo colombiano
Este mes se conmemoran 80 años del natalicio y 25 de la muerte de uno de los filósofos más recordados que ha dejado el país.
·          
 Por su carácter rebelde Estanislao Zuleta es uno de los precursores del pensamiento moderno en Colombia. La fuerza de su obra está en que se atrevió a pensar de manera original
Hay quienes consideran que en Colombia ha habido apenas un puñado de filósofos. Es probable que Estanislao Zuleta esté entre ellos. Este filósofo y pedagogo de origen antioqueño vivió rodeado de ideas y libros, también de desorden y alcohol. Antes de cumplir un año de nacido su padre murió en un accidente aéreo en el que también falleció el cantante Carlos Gardel. Desde entonces se hizo discípulo del “filósofo de Otraparte”, el antioqueño Fernando González Ochoa.

Muy influenciado por González y por otros grandes como Baudelaire, Levi-Strauss, Freud, Marx y Nietzche, Estanislao escribió textos y dio conferencias que aún permanecen en la memoria de miles de personas.

Jorge Vallejo Morillo escribió una fantástica biografía sobre él titulada La rebelión de un burgués. Según Vallejo, Zuleta murió de saudade, “esa enfermedad genética, inmutablemente fatal, que sólo les da a los grandes de espíritu”, 17 de febrero de 1990, a los 55 años.

Su vida de autodidacta (llegó hasta cuarto de bachillerato), en contra de la educación formal, inclusive de las aulas y las calificaciones, le valieron el doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad del Valle en 1980. En ese escenario dejó atónito al auditorio con su Elogio a la dificultad, un texto que aún hoy es lectura obligatoria en distintas facultades y universidades del país y que podría considerarse una guía de vida. A continuación la transcripción de esta emblemática conferencia:

Elogio de la dificultad


“La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste sólo ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo.

En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido. Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él.

Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia –por la desgracia– de alguna revelación.

El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista.

Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atrevieran a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos no son argumentos sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos. En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo–, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la razón que consiste en la petición de un fundamento último e incondicionado de todas las cosas, así también hay un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión.

Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad, no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular –todos lo son– como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira.

El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por la participación, separan un interior bueno –el grupo– y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Desarrollo del tema mediante el planteamiento de una tesis o proposición que se sustenta mediante el uso de argumentos. En éste y los párrafos siguientes el autor esgrime argumentos históricos, filosóficos, sociológicos, psicológicos y políticos para sustentar su tesis en contra de las soluciones facilistas y a favor de las bondades del esfuerzo y el compromiso en la construcción tanto de la individualidad como de la sociedad. El autor despliega su reflexión mediante el uso del método de oposiciones argumentativas (método dialéctico): facilidad vs. esfuerzo, seguridad vs. riesgo, permanencia vs. Cambio, dogmatismo vs librepensamiento. Exposición de argumentos a favor de la tesis central de la disertación: el valor de la dificultad. El autor acude a la estrategia dialéctica de presentar las consecuencias negativas que se pueden derivar de adoptar las vías del facilismo, es decir el camino contrario al que está defendiendo en su ponencia. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto.

Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto. No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado a las más caras esperanzas.

Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa.

No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una crítica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra.

Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de la historia, las normas y las leyes de cualquier tipo son vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal y de encarnar la promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree en la misión incondicionada.

La argumentación se hace cada vez más fina. El autor, continuando con su estrategia dialéctica de presentar los efectos prácticos del facilismo, muestra los funestos resultados que dicha actitud puede acarrear en términos de la configuración de las relaciones sociales. A partir de aquí el autor comienza a presentar sus conclusiones. Estas expresan una valoración de lo expuesto en el desarrollo del tema, determinan el punto de vista del autor y anticipan las propuestas de solución. En el caso presente, el autor, apoyado en los argumentos discutidos durante el desarrollo del ensayo, establece una relación causal entre el facilismo y lo que él denomina la “desidealización” de la vida. Esta relación tiene consecuencias directas en la naturaleza de condiciones de vida individuales y sociales.

Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado o estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el sólo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior.

Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades.

Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir, el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso, aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. Él es así; yo me vi obligado. Él cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado.

El discurso del otro no es más que un síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados. Argumentación afirmativa. El autor no se limita a plantear la crítica al facilismo y sus consecuencias, sino que propone estrategias para intentar resolver el problema planteado.

Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo. La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto.

Significa por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier cosa.

En el carnaval de miseria y derroche propios del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad. Dostoievski nos enseñó a mirar hasta dónde van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga un sentido Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.

Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado. Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto:

También esta noche, Tierra, permaneciste firme. Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor. Y alientas otra vez en mi la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia””.

Tomado de: Revista Semana. Febrero 17 de 2015 


Faryd  Muñoz G.
Licenciado en Filosofía
Grado Décimo Uno. Colegio de Bélgica. Medellín.





viernes, 13 de febrero de 2015

I. INICIOS DE LA COSMOLOGÍA Y LA COSMOGONÍA

¿Q es el Universo? ¿Tuvo principio y tendrá fin? ¿Dónde están las fronteras del Universo y qué hay más allá de ellas? Estas preguntas, que se ramifican interminablemente, aparentemente se escapan de todo conocimiento y son inaccesibles a la razón; y, sin embargo, los hombres trataron de responderlas desde que empezaron a razonar: así lo atestiguan los mitos y leyendas sobre el origen del mundo que todos los pueblos primitivos elaboraron. En nuestra época de descubrimientos espectaculares, hemos aceptado la idea de que la Tierra es sólo un punto perdido en la inmensidad del Universo; pero las verdaderas dimensiones cósmicas se descubrieron hace sólo medio siglo, apenas ayer en comparación con la historia humana. Para muchos pueblos de la Antigüedad, la Tierra no se extendía mucho más allá de las regiones en que habitaban, y el cielo, con sus astros, parecía encontrarse apenas encima de las nubes. Tampoco tenían algún indicio de la edad del mundo y sólo podían afirmar que se formó algunos cientos, quizás miles de años atrás, en épocas de las que ya no guardaban memoria.
Desde el concepto de la Tierra, creada para morada del hombre, a la visión moderna del Universo, escenario de fenómenos de magnitudes inconcebibles, la cosmología tuvo que recorrer un largo y accidentado camino, para adquirir, finalmente, el carácter de ciencia. La cosmología moderna, estudio de las propiedades físicas del Universo, nació de la revolución científica del siglo XX.
COSMOGONÍAS Y COSMOLOGÍAS DE LA ANTIGÜEDAD
El mito babilónico de la creación es el más antiguo que ha llegado a nuestros días. ElEnuma elis (Cuando arriba), escrito quince siglos antes de la era cristiana, relata el nacimiento del mundo a partir de un caos primordial. En el principio, cuenta el mito, estaban mezcladas el agua del mar, el agua de los ríos y la niebla, cada una personificada por tres dioses: la madre Ti'amat, el padre Apsu y el sirviente (¿?) Mummu. El agua del mar y el agua de los ríos engendraron a Lahmu y Lahamu, dioses que representaban el sedimento, y éstos engendraron a Anshar y Kishar, los dos horizontes —entendidos como el límite del cielo y el límite de la Tierra—. En aquellos tiempos, el cielo y la Tierra estaban unidos; según la versión más antigua del mito, el dios de los vientos separó el cielo de la Tierra; en la versión más elaborada, esa hazaña le correspondió a Marduk, dios principal de los babilonios. Marduk se enfrentó a Ti'amat, diosa del mar, la mató, cortó su cuerpo en dos y, separando las dos partes, construyó el cielo y la Tierra. Posteriormente, creó el Sol, la Luna y las estrellas, que colocó en el cielo.
Así, para los babilonios, el mundo era una especie de bolsa llena de aire, cuyo piso era la Tierra y el techo la bóveda celeste. Arriba y abajo se encontraban las aguas primordiales, que a veces se filtraban, produciendo la lluvia y los ríos.
Como todos los mitos, la cosmogonía babilonia estaba basada en fenómenos naturales que fueron extrapolados a dimensiones fabulosas: Mesopotamia se encuentra entre los ríos Tigris y Éufrates, que desembocan en el Golfo Pérsico; allí depositan su sedimento, de modo tal que la tierra gana lentamente espacio al mar. Seguramente fue ese hecho el que sugirió a los babilonios la creación de la tierra firme a partir de las aguas primordiales.
La influencia del mito babilónico se puede apreciar en la cosmogonía egipcia. Para los egipcios, Atum, el dios Sol, engendró a Chu y Tefnut, el aire y la humedad, y éstos engendraron a Nut y Geb, el cielo y la Tierra, quienes a su vez engendraron los demás dioses del panteón egipcio. En el principio, el cielo y la Tierra estaban unidos, pero Chu, el aire, los separó, formando así el mundo habitable (Figura 1).


Figura 1. Chu, dios del aire, levanta el cuerpo estrellado de la diosa del cielo Nut, separándola de su esposo Geb, dios de la Tierra (Museo Nacional de Antigüedades, Leyden, Holanda). 


Para los egipcios, el Universo era una caja, alargada de norte a sur tal como su país; alrededor de la Tierra fluía el río Ur-Nes, uno de cuyos brazos era el Nilo, que nacía en el sur. Durante el día, el Sol recorría el cielo de oriente a poniente y, durante la noche, rodeaba la Tierra por el norte en un barco que navegaba por el río Ur-Nes, escondida su luz de los humanos detrás de las altas montañas del valle Dait.
Trazas del mito babilónico también se encuentran en el Génesis hebreo. Según el texto bíblico, el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas en el primer día de la creación; pero la palabra original que se traduce comúnmente como espíritu es ruaj, que en hebreo significa literalmente viento. Para entender el significado del texto, hay que recordar que, antiguamente, el aire o el soplo tenían la connotación de ánima o espíritu (verbigracia el "soplo divino" infundido a Adán1). En el segundo día, prosigue el texto, Dios puso el firmamento2 entre las aguas superiores y las inferiores; esta vez, la palabra original es rakía, un vocablo arcaico que suele traducirse como firmamento, pero que tiene la misma raíz que la palabra vacío. En el tercer día, Dios separó la tierra firme de las aguas que quedaron abajo[...] Estos pasajes oscuros del Génesis se aclaran si recordamos el mito babilónico: Marduk —el viento, en la versión más antigua— separa las aguas (el cuerpo de Ti'amat) para formar el mundo, y la tierra firme surge como sedimento de las aguas primordiales.
En el Veda de los antiguos hindúes se encuentran varias versiones de la creación del mundo. La idea común en ellas es que el Universo nació de un estado primordial indefinible; después de pasar por varias etapas, habrá de morir cuando el tiempo llegue a su fin; entonces se iniciará un nuevo ciclo de creación, evolución y destrucción, y así sucesivamente. Según el Rig Veda, en el principio había el no-ser, del que surgió el ser al tomar conciencia de sí mismo: el demiurgo Prajapati, creador del cielo y la Tierra, el que separó la luz de las tinieblas y creó el primer hombre. En otro mito, el dios Visnu flotaba sobre las aguas primordiales, montado sobre la serpiente sin fin Ananta; de su ombligo brotó una flor de loto, del que nació Brahma para forjar el mundo.
Según los mitos hindúes el Universo era una superposición de tres mundos: el cielo, el aire y la Tierra. La Tierra era plana y circular, y en su centro se encontraba el mítico monte Sumeru (probablemente identificado con el Himalaya), al sur del cual estaba la India, en un continente circular rodeado por el océano. El cielo tenía siete niveles y el séptimo era la morada de Brahma; otros siete niveles tenía el infierno, debajo de la Tierra.
A raíz de la conquista de la India por Alejandro Magno en el siglo IV a.C., las ideas cosmológicas de los hindúes fueron modificadas sustancialmente. Así, en los libros llamados Siddharta, se afirma que la Tierra es esférica y no está sostenida en el espacio, y que el Sol y los planetas giran alrededor de ella. Como dato curioso, se menciona a un tal Aryabhata, quien en el siglo V d.C., sostuvo que las estrellas se encuentran fijas y la Tierra gira; desgraciadamente, el texto no da más detalles que los necesarios para refutar tan extraña teoría.
La concepción del Universo en la China antigua se encuentra expuesta en el Chou pi suan ching, un tratado escrito alrededor del siglo IV a.C. Según la teoría del Kai t'ien (que significa: el cielo como cubierta), el cielo y la Tierra son planos y se encuentran separados por una distancia de 80 000 li —un li equivale aproximadamente a medio kilómetro—. El Sol, cuyo diámetro es de 1 250 li, se mueve circularmente en el plano del cielo; cuando se encuentra encima de China es de día, y cuando se aleja se hace noche. Posteriormente, se tuvo que modificar el modelo para explicar el paso del Sol por el horizonte; según la nueva versión del Kai t'ien, el cielo y la Tierra son semiesferas concéntricas, siendo el radio de la semiesfera terrestre de 60 000 Ii. El texto no explica cómo se obtuvieron las distancias mencionadas; al parecer, el modelo fue diseñado principalmente para calcular, con un poco de geometría, la latitud de un lugar a partir de la posición del Sol.
El Kai t'ien era demasiado complicado para cálculos prácticos y cayó en desuso con el paso del tiempo. Alrededor del siglo II d.C., se empezó a utilizar la esfera armilar como un modelo mecánico de la Tierra y el cielo. Al mismo tiempo surgió una nueva concepción del Universo: la teoría del hun t'ien (cielo envolvente), según la cual: "... el cielo es como un huevo de gallina, tan redondo como una bala de ballesta; la Tierra es como la yema del huevo, se encuentra sola en el centro. El cielo es grande y la Tierra pequeña."
Además, se asignó el valor de 1 071 000 li a la circunferencia de la esfera celeste, pero el texto no explica cómo fue medida.
Posteriormente, las teorías cosmogónicas en China girarán alrededor de la idea de que el Universo estaba formado por dos sustancias: el yang y el yin, asociados al movimiento y al reposo, respectivamente. De acuerdo con la escuela neoconfucionista, representada principalmente por Chu Hsi en el siglo XII, el yang y el yin se encontraban mezclados antes de que se formara el mundo, pero fueron separados por la rotación del Universo. Elyang móvil fue arrojado a la periferia y formó el cielo, mientras que el yin inerte se quedó en el centro y formó la Tierra; los elementos intermedios, como los seres vivos y los planetas, guardaron proporciones variables de yang y yin.
Mencionemos también la cultura maya, que floreció en Mesoamérica, principalmente entre los siglos IV y IX de nuestra era. De lo poco que se ha podido descifrar de sus jeroglíficos, sabemos que los mayas habían realizado observaciones astronómicas de una precisión que apenas se ha podido igualar en nuestro siglo. Los mayas usaban un sistema vigesimal con cero, con el cual realizaban complicados cálculos astronómicos; su calendario era más preciso que el gregoriano usado en la actualidad, y habían medido la precesión del eje de rotación terrestre con un error de sólo 54 días en 25 720 años.
En contraste con el excelencia de sus observaciones, las concepciones cosmológicas de los mayas eran bastante primitivas —por lo menos hasta donde se ha averiguado—. Creían que la Tierra era rectangular y que el Sol giraba alrededor de ella. El día del solsticio, el Sol salía de una de las esquinas de la Tierra y se metía por la opuesta; luego, cada día, la órbita del Sol se recorría hasta que, en el siguiente solsticio —seis meses después—, el Sol salía y se metía por las otras dos esquinas terrestres. Los mayas tenían especial cuidado de construir sus templos según la orientación de los lados de la Tierra.
Al igual que otros pueblos, los mayas creían en la existencia de siete cielos,3 planos y superpuestos, y de otros tantos niveles subterráneos, donde residían dioses y demonios, respectivamente. El mundo había sido creado por Hun ab ku (literalmente: uno-existir-dios) a partir de aguas primordiales inicialmente en completo reposo. Antes del mundo actual, habían existido otros mundos que acabaron en respectivos diluvios.
COSMOLOGÍA Y COSMOGONÍA DE GRECIA Y LA EDAD MEDIA
Por razones históricas que no pretendemos analizar aquí, la cultura griega se distingue de otras culturas antiguas por haber servido de semilla a la llamada "civilización occidental"; por esta razón la consideramos con un poco más de detalle, aprovechando el conocimiento relativamente más amplio que se tiene de ella.
A algunos pensadores griegos se deben los primeros intentos, aún muy limitados, de concebir al mundo como el resultado de procesos naturales y no como una obra incomprensible de los dioses. Tal es el caso de los filósofos de la escuela jónica, que floreció alrededor del siglo VI a.C. y según la cual el Universo se encontraba inicialmente en un estado de Unidad Primordial, en el que todo estaba mezclado; de esa Unidad surgieron pares de opuestos —caliente y frío, mojado y seco, etc.— cuyas interacciones entre sí produjeron los cuerpos celestes, por un lado, y la Tierra, con sus plantas y animales, por otro.
Los filósofos jónicos concebían a la Tierra como un disco plano que flotaba en el centro de la esfera celeste. Pero, ya en el siglo V a.C., los griegos se habían dado cuenta, a través de varios indicios, de que la Tierra es redonda. Hasta donde sabemos, el primero en afirmarlo fue el legendario Pitágoras; seguramente llegó a esa conclusión a partir de hechos observados, pero los argumentos que manejó fueron de índole metafísica: la Tierra tenía que ser esférica porque, supuestamente, la esfera es el cuerpo geométrico más perfecto.
Por lo que respecta al movimiento de las estrellas, lo más evidente era que el cielo, y sus astros, giraban alrededor de la Tierra. Sin embargo, Filolao, un discípulo de Pitágoras, propuso un curioso sistema cósmico según el cual el día y la noche eran producidos por la rotación de la Tierra alrededor de un centro cósmico; a pesar de ser erróneo, este sistema tuvo el mérito de asignarle cierto movimiento a la Tierra y dejar de considerarla como un cuerpo fijo en el espacio. Se sabe también que los filósofos de la escuela pitagórica Ecfanto y Heráclides de Ponto propusieron que es la Tierra la que gira alrededor de su eje en un día y no las estrellas, aunque todavía creían que el recorrido anual del Sol por la eclíptica se debía a que giraba alrededor de la Tierra en un año.
Al parecer, el primer hombre en la historia que propuso el sistema heliocéntrico —según el cual la Tierra gira alrededor del Sol en un año y sobre su propio eje en un día— fue Aristarco de Samos, quien vivió en Alejandría en el siglo III a.C. Desgraciadamente, no se conserva ningún documento escrito originalmente por Aristarco y todo lo que se conoce de él es por referencias en escritos de otros filósofos. No sabemos en qué se basó para elaborar una teoría que se anticipó a la de Copérnico en más de diecisiete siglos.
No todos los filósofos griegos aceptaban que la Tierra, aparentemente tan firme y sólida, pudiera poseer algún movimiento propio. De hecho, los dos más importantes, Platón y Aristóteles, sostuvieron lo contrario, y fueron ellos quienes más influyeron en los siglos siguientes.
Platón (427-347 a.C.) describe su visión de la creación cósmica en el diálogo de Timeo. Por supuesto, el relato tiene un alto valor poético pero carece de cualquier fundamento físico (lo cual no tenía importancia para Pláton, pues creía en la primacía de las Ideas) Así, Platón narra, por boca de Timeo, cómo el Demiurgo creó el mundo a partir de cuatro elementos —aire, agua, fuego y tierra— y puso en él a los seres vivos: los dioses que moran en el cielo, los pájaros que viven en el aire, los animales que habitan en la tierra y en el agua. El Universo así creado debía ser esférico y los astros moverse circularmente, porque la esfera es el cuerpo más perfecto y perfecto es el movimiento circular.
Aristóteles (384-322 a.C.) desarrolló un sistema del mundo mucho más elaborado que el de su maestro Platón. Declaró explícitamente que la Tierra es esférica y que se encuentra inmóvil en el centro del Universo, siendo el cielo, con todos sus astros, el que gira alrededor de ella. Más aún, postuló una diferencia fundamental entre los cuerpos terrestres y los celestes. Según Aristóteles, los cuerpos terrestres estaban formados por los cuatro elementos fundamentales y éstos poseían movimientos naturales propios: la tierra y el agua hacia el centro de la Tierra, el aire y el fuego en sentido contrario. En cuanto a los cuerpos celestes, estaban formados por una quinta sustancia,4 incorruptible e inmutable, cuyo movimiento natural era el circular. Aristóteles asignó al Sol, a la Luna y a los planetas respectivas esferas rotantes sobre las que estaban afianzadas. Las estrellas, a su vez, se encontraban fijas sobre una esfera que giraba alrededor de la Tierra y correspondía a la frontera del Universo. Pero, ¿qué había más allá de la esfera estelar? Aquí, Aristóteles tuvo que recurrir a varios malabarismos filosóficos para explicar que, más allá, nada existía, pero que esa nada no equivalía a un vacío en extensión; todo para decir que el Universo "realmente" se terminaba en la esfera celeste.
Todo habría funcionado muy bien en el sistema de esferas ideales de Aristóteles si no fuese porque los planetas, esos astros errantes, vagaban por el cielo ajenos a la perfección del movimiento circular. En general, recorrían la bóveda celeste de oriente a poniente, pero a veces se detenían y regresaban sobre sus pasos, para volver a seguir su camino en una forma que desafiaba toda explicación simple (Figura 2).



Figura 2. Movimiento característico de un planeta en la bóveda celeste.

Aristóteles adoptó el sistema de su contemporáneo Eudoxio, que explicaba razonablemente bien el movimiento de los planetas. Este modelo consistía de un conjunto de esferas concéntricas, cuyo centro común era la Tierra, y que giraban unas sobre otras alrededor de ejes que se encontraban a diversos ángulos. Suponiendo que los planetas se encuentran fijos en algunas de esas esferas, se lograba reconstruir sus movimientos con cierta precisión; aunque el sistema necesitaba no menos de 55 esferas concéntricas para reproducir el movimiento de los planetas.
Aristóteles también supuso que la esfera correspondiente a la Luna señalaba el límite del mundo material —el terrestre—, y que más allá de la esfera lunar el Universo dejaba de regirse por las leyes de la naturaleza mundana. No sabemos si Aristóteles tomaba en serio sus propias teorías cosmológicas, pero seguramente se habría sorprendido de que éstas se volvieran artículos de fe quince siglos después de su muerte.
Los astrónomos griegos fueron los primeros en tratar de medir con métodos prácticos las dimensiones del mundo en que vivían, sin basarse en especulaciones o mitos. Así, por ejemplo, el mismo Aristarco de Samos que sostuvo la doctrina heliocéntrica, intentó determinar la distancia entre la Tierra y el Sol. Para ello, midió la posición de la Luna en el momento exacto en que la fase lunar se encontraba a la mitad (Figura 3), lo cual permitía, con un poco de geometría, encontrar la relación entre los radios de la órbita lunar y la terrestre. Desgraciadamente, si bien el método es correcto, la medición es irrealizable en la práctica con la precisión necesaria. Aristarco calculó que la distancia de la Tierra al Sol es de unas veinte veces el radio de la órbita lunar, cuando el valor correcto es casi 400. Curiosamente, esta razón de 20 a 1 habría de subsistir hasta tiempos de Copérnico, y aún después.

Figura 3. Método de Aristarco para medir la razón de las distancias Tierra-Luna a Tierra-Sol. Esta razón es proporcional al ángulo a.


Eratóstenes, quien vivió en Alejandría en el siglo II a.C., logró medir con éxito el radio de la circunferencia terrestre. Notó que en el día del solsticio las sombras caían verticalmente en Siena, mientras que en Alejandría —más al norte—, formaban un ángulo con la vertical que nunca llegaba a ser nulo (Figura 4). Midiendo el ángulo mínimo y la distancia entre Alejandría y Siena, Eratóstenes encontró que la Tierra tenía una circunferencia de 252 000 estadios, o en unidades modernas y tomando el valor más problable del estadio: 39 690 kilómetros, ¡apenas 400 kilómetros menos del valor correcto! Aunque hay que reconocer que Eratóstenes tuvo algo de suerte, pues su método era demasiado rudimentario para obtener un resultado tan preciso.



Figura 4. Conociendo al ángulo a y la distancia de Siena, la actual Assuán, a Alejandría, Eratóstenes midió el radio terrestre.

En el siglo II a.C., Hiparco, el más grande astrónomo de la Antigüedad, ideó un ingenioso método para encontrar las distancias de la Tierra a la Luna y al Sol. Hiparco midió el tiempo que tarda la Luna en atravesar la sombra de la Tierra durante un eclipse lunar y, a partir de cálculos geométricos, dedujo que la distancia Tierra-Luna era de unos 60 5/6 radios terrestres: ¡excelente resultado si se compara con el valor real, que es de 60.3 radios terrestres! También intentó Hiparco medir la distancia al Sol, pero sus métodos no eran suficientemente precisos, por lo que obtuvo una distancia de 2 103 radios terrestres, un poco más de lo que encontró Aristarco pero todavía menos de una décima parte de la distancia real.
En resumen, podemos afirmar que, ya en el siglo II a.C., los griegos tenían una excelente idea de los tamaños de la Tierra y la Luna y de la distancia que los separa, pero situaban al Sol mucho más cerca de lo que se encuentra.
El último astrónomo griego de la Antigüedad fue Tolomeo —vivió en Alejandría en el sigloII a.C.— y sus ideas influyeron notablemente en la Europa de la Edad Media. Tolomeo aceptó la idea de que la Tierra es el centro del Universo y que los cuerpos celestes giran alrededor de ella; pero las esferas de Eudoxio eran demasiado complicadas para hacer cualquier cálculo práctico, así que propuso un sistema diferente, según el cual los planetas se movían sobre epiciclos: círculos girando alrededor de círculos (Figura 5). Tolomeo describió sus métodos para calcular la posición de los cuerpos celestes en su famoso libro Sintaxis o Almagesto. Es un hecho curioso que nunca mencionó en ese libro si creía en la realidad física de los epiciclos o los consideraba sólo construcciones matemáticas; es probable que haya soslayado este problema por no tener una respuesta convincente. Mencionemos también, como dato interesante, que Tolomeo citó las mediciones que hizo Hiparco de las distancias a la Luna y al Sol, pero él mismo las "corrigió" para dar los valores más pequeños —y menos correctos— de 59 y 1 210 radios terrestres, respectivamente.


Figura 5. Epiciclos de Tolomeo para explicar el movimiento aparente de un planeta.


No podemos dejar de mencionar al filósofo romano Lucrecio, del siglo I a.C., y su famosa obra De Rerum Natura, en la que encontramos una concepción del Universo muy cercana a la moderna, en algunos sentidos, y extrañamente retrógrada, en otros. Según Lucrecio, la materia estaba constituida de átomos imperecederos. Éstos se encuentran eternamente en movimiento, se unen y se separan constantemente, formando y deshaciendo tierras y soles, en una sucesión sin fin. Nuestro mundo es sólo uno entre un infinito de mundos coexistentes; la Tierra fue creada por la unión casual de innumerables átomos y no está lejano su fin, cuando los átomos que la forman se disgreguen. Mas Lucrecio no podía aceptar que la Tierra fuera redonda; de ser así, afirmaba, toda la materia del Universo tendería a acumularse en nuestro planeta por su atracción gravitacional. En realidad, cuando Lucrecio hablaba de un número infinito de mundos se refería a sistemas semejantes al que creía era el nuestro: una tierra plana contenida en una esfera celeste. Pero indudablemente, a pesar de sus desaciertos, la visión cósmica de Lucrecio no deja de ser curiosamente profética.
La cultura griega siguió floreciendo mientras Grecia fue parte del Imperio romano. Pero en el siglo IV de nuestra era, este vasto Imperio se desmoronó bajo las invasiones de los pueblos germánicos y asiáticos. Por esa misma época, Roma adoptó el cristianismo; y los cristianos, que habían sido perseguidos cruelmente por los romanos paganos, repudiaron todo lo que tuviera que ver con la cultura de sus antiguos opresores. Toda la "filosofía pagana" —es decir: la grecorromana— fue liquidada y sustituida por una nueva visión del mundo, basada íntegramente en la religión cristiana. El mundo sólo podía estudiarse a través de la Biblia, interpretada literalmente, y lo que no estuviera en la Biblia no era de la incumbencia humana. Así, la Tierra volvió a ser plana, y los epiciclos fueron sustituidos por ángeles que movían a los planetas según los designios inescrutables de Dios.
Afortunadamente, los árabes en esa época sí apreciaban la cultura griega: conservaron y tradujeron los escritos de los filósofos griegos mientras los cristianos los quemaban. Así, la cultura griega pudo volver a penetrar en Europa, a través de los árabes, cuando la furia antipagana había amainado. En el siglo XIII, Tomás de Aquino redescubrió a Aristóteles y lo reivindicó, aceptando íntegramente su sistema del mundo. Y así, ya "bautizada" por Santo Tomás, la doctrina aristotélica se volvió dogma de fe y posición oficial de la Iglesia: ya no se estudiaba al mundo a través de la Biblia, únicamente, sino también por medio de Aristóteles. Y por lo que respecta a la astronomía, la última palabra volvió a ser elAlmagesto de Tolomeo —preservado gracias a una traducción árabe.
NOTAS
1También en griego se usa una sola palabra, pneuma, para el aire y el ánima.
2 En la traducción de Casiodoro de Reyna se usa la palabra expansión, que parece ser más adecuada.
3 El concepto de los siete cielos, común a culturas muy diversas, tiene una explicación simple: son siete los cuerpos celestes: el Sol, la Luna y los cinco planetas visibles.
4 La famosa quintaesencia que, según los filósofos medievales, permeaba a los cuerpos terrestres y formaba sus ánimas.
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